viernes, 27 de marzo de 2015

Me llamo Amelia, tengo 60 años y aunque no soy usuaria habitual de internet,  mi hija me ha animado a que narre los recuerdos que tengo de la etapa que me tocó vivir,   cuando con 29 años y una niña de 3,  me diagnosticaron un Linfoma no-Hodgking en estadio IV. Ella que trabaja en una empresa farmaceútica cree que a través de este medio puedo ayudar a otras personas que estén pasando actualmente por lo que yo pasé.

Realmente y aunque desde hacía 9 meses tenía los ganglios linfáticos cada vez más inflamados yo no le daba demasiada importancia (nunca me he "escuchado" demasiado a nivel de salud) y a pesar de esta experiencia considero que tengo buena salud. Lo había comentado en un par de visitas con el ginecólogo y también con mi médico de familia, pero tuve la sensación, aunque me advirtieron que si seguían evolucionando debía volver a visitarles, que realmente no se trataba de nada grave. Tengo que confesar que fuí al médico finalmente porque mi marido se enfadó conmigo por mi "dejadez" y me hizo prometer que aquel mismo día iría a la consulta.

Cuando me examinaron, al parecer la enfermedad había evolucionado tanto que no cabía error al diagnóstico y realmente tanto el médico de familia, como el cirujano al que me derivaron, se dieron mucha prisa en que me hiciera todas las pruebas necesarias para confirmarlo y empezar el tratamiento.

En unos días os explicaré lo que representó para mi saber que estaba gravemente enferma.